Fotografía de Olmo Calvo en la manifestación del 8 de Marzo

¿En qué se diferencian una consultora en diversidad y una activista feminista?

Raquel Lainde

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Ayer, coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer, Autentia publicó esta entrevista que me hicieron un par de semanas atrás sobre mi trabajo como consultora en diversidad.

La última pregunta no la esperaba, y me parece muy reveladora sobre el estado actual de la conversación sobre diversidad en el sector IT.

“¿El hecho de dedicarte a estos temas, que sacan los colores a las empresas, te ha reportado alguna vez algún tipo de problema profesional?”

Respondí de inmediato con la verdad (min. 20:16) pero me quedó la impresión de que era necesario aclarar algo más.

Creo que es importante definir las diferencias que existen entre el activismo feminista y el trabajo sobre diversidad, porque parecen confundirse.

Una persona activista es aquella que, consciente de que hay una situación injusta, decide implicarse personalmente para resolverla. La conciencia de que existe una injusticia y la voluntad de combatirla son suficientes para iniciarse en el activismo. El activismo puede articularse sobre cualquier asunto y de diferentes formas, desde la simple denuncia individual hasta el diseño grupal de propuestas y soluciones que puedan utilizarse para resolver problemas concretos.

En el sector IT, actualmente, el activismo feminista individual se encuentra sobre todo en redes sociales y está enfocado en denunciar la brecha salarial, el techo de cristal y la poca visibilidad de mujeres en tecnología. El activismo grupal se articula presencialmente en las comunidades y en iniciativas específicas para/de mujeres (desde las diferentes franquicias del Women Techmakers hasta los cursos de Adalab).

Por otro lado una consultora en diversidad es aquella persona que trabaja identificando puntos de dolor o áreas de mejora relacionadas con la diversidad en las organizaciones clientes. Analiza posibles estrategias para abordar problemas específicos y ofrece propuestas que son adecuadas a cada situación, así como herramientas de medición sobre resultados para posteriores evaluaciones de seguimiento.

Su labor puede incluir formación, coaching en liderazgo, consultoría (de procesos, de comunicación, de gestión de talento, etc…) en función de las necesidades de cada organización y de sus propios recursos profesionales.

Resumiendo, hay dos diferencias fundamentales:

La activista no tiene que ser especialista en el tema. Puede ser profesional de cualquier área, basta con ser consciente de una injusticia y tener voluntad para “hacer algo” que la combata. La consultora, por su parte, tiene una especialización profesional en el área sobre la que trabaja.

La activista no persigue el beneficio de una organización concreta. Su actividad puede, incluso, enfocarse a perjudicar a las personas u organizaciones que considere están siendo injustas. La consultora, por otro lado, trabaja para su cliente. Su labor está directamente enfocada a procurarle un beneficio.

La pregunta que me hicieron en la entrevista (presuponiendo un riesgo personal en mi trabajo como consultora) es consecuencia de la percepción de la diversidad como un tema conflictivo en el sector IT.

Esta percepción nace de un malentendido que sintetiza muy acertadamente la desarrolladora Belén Albeza en esta viñeta:

Puedes ver más viñetas de Belén aquí

Es decir, se considera a toda “mujer IT” como una activista feminista, presuponiéndosele la voluntad de invertir su tiempo y energía en combatir injusticias de género.

Además, ahondando en el malentendido, no solo se espera de ella que tenga compromiso activista, también se le exige que tenga un enfoque necesariamente constructivo… y los suficientes conocimientos específicos como para realizar intervenciones útiles y acertadas.

En conclusión:

Una parte importante del sector tecnológico presupone a sus compañeras una doble titulación: Como profesionales de lo suyo y como consultoras de diversidad… y tiene la expectativa de que realicen labores consultivas sin percibir remuneración alguna.

Este malentendido es la raíz de gran parte de los conflictos en las conversaciones sobre diversidad, y se traduce en que muchas personas eviten el tema y “no quieran meterse en esos jardines”, perdiéndose oportunidades de oro para establecer diálogos positivos que pueden dar frutos enriquecedores.

Como buena consultora (y activista) a mí sí me gusta la jardinería. Así que si tienes cualquier duda, comentario, sugerencia o puntualización a este respecto, será estupendo hablar contigo. ;)

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Raquel Lainde

Equilibrista entre #Diversidad, #Inclusión, #Marketing, #TransformaciónDigital, niñxs, libros, viajes y empresarixs. Vida ecléctica…