Ser madre. Retrospectiva vital.

Llevo dos semana revuelta, de aniversario.

He hecho balance de la última década gracias al historial de mis redes sociales (en aquel tiempo estrenaba maternidad a 9.000 km de mi casa y facebook era el medio de comunicación con la familia).

Hace diez años conseguí que mi hijo mayor, que legalmente aun no lo era, fuera registrado por la policía a nombre de su madre biológica desaparecida. Logré que por fin “existiese”.

Una semana después, sospechando que el trámite legal de adopción iba a alargarse años, decidí que nuestra vida no podía girar exclusivamente en torno al proceso si no quería volverme loca. Llevaba meses contando a mi familia nuestro día a día en México con la voz de mi hijo. Noviembre fue tal que así.

Acepté que la incertidumbre sería mi nueva normalidad por un tiempo indefinido. Tendría que convivir con ella… Y emprendí mi primer proyecto empresarial junto a mi hijo.

Han pasado 10 años de incertidumbre normalizada en un abrir y cerrar de ojos. Los mejores y peores de mi vida.

1 mujer. 2 países. 3 hijos. 4 empresas. 5 crisis gordas. 6 casas… Demasiados números atropellándose por demasiado tiempo.

En unos días mi niño cumplirá 11. Poco después yo 40.

Creo que es el momento de acabar de coger las riendas de nuestra historia y organizar nuestro mundo. Ya terminé de tirar la basura, ahora toca empezar a colocar lo aprendido. Reciclar lo que pueda servir. Sacar brillo a lo oxidado.

Nos queda poquito para su adolescencia. Sería estupendo dejar de vivir con la lengua fuera al menos esta época, antes de empezar a ser yo quien le pregunte a mi hijo si me quiere… porque él no me responderá a mí dedicándome canciones cursis dentro de un par de años, como yo llevo haciendo una década.